Columna de OpiniónTinta Suelta / David Nieblas Meza

La descomposición del tejido social; buenos padres, buenos hijos

David Nieblas Meza escribe “Tinta Suelta”, su columna semanal en Punto Medio.

Sin duda estamos viviendo tiempos muy complicados, en donde la descomposición del tejido social, está iniciando en los senos familiares. Hace unos días, se hizo viral uno de muchos, penosos casos, en donde la sociedad desnuda sus carencias y necesidades.

Unos padres de familia, acudieron a un kínder en Lomas de Cuautitlán, a reclamar una supuesta agresión a su hijo, pero lo hicieron de la peor manera: golpeando y violentando a una maestra. La violencia nunca será bueno combatirla con más violencia, aunque pareciera que en estos tiempos, la ley del más fuerte, es la que domina.

Al margen de juzgar lo que originó el problema y el proceder de los padres, y de las múltiples opiniones encontradas y radicales que provocó el tema, hay que reflexionar sobre lo que estamos haciendo mal para llegar a estos extremos.

Hay responsabilidades compartidas y se tiene que trabajar, para que estos casos, no vuelvan a suceder. Por desgracia, en Cuautitlán #Izcalli, en los últimos años, se ha registrado un incremento alarmante en los temas de violencia familiar y de género; no por nada, tenemos dos alertas como etiqueta, en donde ha quedado registrado, que hay riesgos y focos rojos.

Seguramente muchos de los lectores de estas líneas, ya conocen el contenido de ese video en donde los padres, en lugar de dialogar y tratar de averiguar qué pasó con su hijo, llegan y sin mediar palabra, recurren a la violencia; y lo peor, frente a su hijo que ríe ante lo que sus padres están haciendo.

El ejemplo, lógico, no es el mejor para un niño que recién está creciendo y en formación; normalizar la violencia en el entorno familiar, puede traer como consecuencia que eso se convierta en un problema más grave en las calles, en el entorno social.

Y eso está pasando en esta generación en donde cada vez más, se ve una falta de atención por parte de los padres; que a su vez, están siendo víctimas de sus propios “infiernos” que en el pasado vivieron en sus entornos familiares.

Hoy hay mucha violencia en las calles y cada vez se tocan menos el corazón para hacer lo que les venga en gana; y el gobierno, las autoridades y los encargados de hacer justicia, tienen también mucho de responsabilidad. No se perciben esfuerzos para cambiar la situación, y los pocos que hacen, no son suficientes.

La impunidad y la falta de justicia, han prevalecido y esto incentiva a la gente a cometer actos antisociales porque saben que no les va a pasar nada, o en el peor de los casos, habrán de invertir un dinero para zafarse del problema.

Ojalá que en este lamentable caso, se hagan las investigaciones de manera profesional y se logren deslindar responsabilidades; y también, que las autoridades actúen y traten de ayudar a las familias involucradas.

Hay elementos que encienden los focos rojos en ambos casos, y debe haber un acompañamiento para que las secuelas del daño, no generen mayores problemas. Ojalá que las amenazas sólo hayan quedado en eso, al calor de un enojo, quizá legítimo, por una presunta agresión a un niño.

Ojalá que se investigue bien, y se llegue a conciliar para que no haya más gente afectada. Hace falta pacificar, “bajarle dos o tres rayitas” al estrés, y tratar de convivir en sociedad. Hay que confiar en las instituciones encargadas de procurar justicia, porque recurrir a la Ley del Talión, al “ojo por ojo”, no nos va a llevar a nada bueno.

Espero, también, que a los niños que presenciaron este penoso caso desde su salón, pronto se les pase; o se les olvide.

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