David Nieblas Meza escribe Tinta Suelta, su columna semanal en Punto Medio
- El orgullo de ser Puma, de la Máxima Casa de Estudios.
No hay nada mejor en este mundo, que reconocerse y no perder el piso; saber de dónde vienes y hacia a dónde vas; no negar, nunca, tus orígenes. De tener tus ideales bien firmes y luchar por tus causas y principios, sean del tamaño y del sentido que sean.
Hace unos días, tuve la oportunidad de regresar a una escuela de nivel preparatoria de la UNAM, para ser precisos, al CCH-Naucalpan; y al margen de contarles más detalles de mi asistencia, que por cierto, me hizo sentir muy orgulloso como padre, algunos discursos de directivos y alumnos, en el marco de la clausura de cursos y generación, me hicieron remontar más de 30 años atrás, fechas en la que un servidor, andaba por esos niveles de ensañenza, nada más, que en el glorioso plantel de Vallejo.
Vi muchas caras de alegría e incertidumbre, pero muchas de ilusión por haber logrado un paso más; pasar al nivel licenciatura no es cosa fácil, y más, “hacerlo limpio” sin deber ninguna materia; hay quienes se dicen eruditos en todos los temas, pero nunca, acabaron una carrera en la UNAM, y eso, es cuestión de orgullo.
Al igual que esos jovencitos a los que se les pidió no perder el rumbo y perseguir sus sueños hasta alcanzarlos, a mi me tocó hace algunos ayeres, cuando salí de prepa para explorar los niveles de licenciatura, en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, la gloriosa ENEP hoy convertida en FES.
Para no hacerles el cuento largo, “salí limpio” y con buen promedio de la generación 1992-96, y titulado tras haber aprobado mi exámen profesional, en enero del 98. Y más allá del logro obtenido, que por cierto, no muchos consiguen, salí con una idea firme y clara; honrar la profesión que escogí para vivir, la de Periodismo y Comunicación Colectiva.
Pero más allá del compromiso con el “alma mater”, está el compromiso con la familia; la promesa de honrar el apellido para caminar siempre con la frente en alto. Mi idea siempre ha sido, ser lo más profesional posible en todo lo que hago y ser buena persona, para que no haya señalamientos, de esos que los políticos, se tienen bien ganados.
Justo cuando escuchaba las recomendaciones y consejos para los estudiantes egresados del CCH, hice un recuento de lo que me ha tocado hacer a mi, como profesionista; la verdad es que no ha sido una tarea fácil, ya que me han tocado vivir retos interesantes, pero creo, que los he sabido enfrentar con enteresa y dignidad; nada, hasta este momento, he hecho de lo que pueda o deba arrepentirme.
Hoy por hoy, hemos hecho una carrera muy digna en Cuautitlán Izcalli y seguro estoy, que tenemos un lugar bien ganado en la historia de este municipio al que escogí para vivir y formar familia.
Quienes me conocen, saben que soy derecho y transparente; de una sola pieza, siempre defendiendo el derecho de escribir con libertad. Nunca he dejado callar mi pluma ante la amenaza de los intereses que buscan censurar, a toda costa, y a veces con engaños y mentiras.
Ese es el legado que quiero dejar a mis familiares y amigos; a mis lectores que han confiado en mi trabajo a lo largo de más de 25 años en Izcalli. Hemos visto pasar gobiernos de muchos partidos; cada uno ha tenido sus peculiaridades. Seguiremos aquí, viendo pasar más y con el firme compromiso, de dar la mejor versión de nosotros, cada día de trabajo. Felicidades hija, por tu primer gran logro.