* El verdadero demócrata; todo quedó en una mentira
El proceso de elección de Consejos de Participación Ciudadana (Copacis) y delegados en Cuautitlán Izcalli ha quedado marcado por la opacidad, las irregularidades y lo que a todas luces es un claro sesgo político.
La administración encabezada por Daniel Serrano, ha demostrado que la tan anunciada “democracia participativa”, incluso con la creación de su nueva dirección, no fue más que una fachada para tratar de mantener un control político y favorecer a las planillas afines a su grupo.
Desde el inicio del proceso, el gobierno municipal mostró un desinterés evidente por garantizar un proceso democrático auténtico y abierto. A pesar de que el Cabildo ordenó una “máxima publicidad” de la convocatoria para la elección de autoridades auxiliares, la coordinación de Comunicación Social, bajo el control directo de la Presidencia municipal, ignoró esta instrucción; se la pasó por el “Arco del Triunfo”.
La convocatoria fue aprobada el pasado 12 de febrero, pero su difusión fue prácticamente nula. No se publicó en redes sociales ni en otros medios accesibles para la ciudadanía, limitando severamente la posibilidad de que los vecinos la conocieran, se informaran y participaran.
Cuando finalmente se emitió un boletín informando sobre el proceso, el 12 de marzo, un mes después de la aprobación, la información fue insuficiente y confusa. No se incluyó, siquiera, la liga para consultar la convocatoria ni se dieron detalles sobre el proceso de registro.
La negligencia en la difusión de la convocatoria no pareciera ser un simple error administrativo, sino “una maniobra política” clara para desalentar la participación y facilitar que las planillas vinculadas al gobierno municipal tuvieran ventaja. Esta sospecha se refuerza con las numerosas denuncias de favoritismo y obstáculos burocráticos impuestos a las “planillas independientes”. La exigencia de un Certificado de no Deudor Alimentario, con un costo de 109 pesos, cuando bastaba con un informe gratuito, es sólo uno de los ejemplos de las trabas impuestas para afectar a los aspirantes no alineados con el grupo político de Daniel Serrano.
Además, las constancias de vecindad fueron entregadas con evidente discrecionalidad: mientras que las planillas cercanas al gobierno las recibían en cuestión de horas, las independientes enfrentaban rechazos por errores menores o simplemente veían retrasados sus trámites sin explicación alguna.
El hecho de que el gobierno municipal haya creado una Dirección de Democracia Participativa que no sirvió para garantizar un proceso electoral transparente evidencia el cinismo con el que se maneja la administración local. La participación ciudadana sólo es bienvenida cuando fortalece el control político del alcalde y su grupo.
En lugar de ser una herramienta para empoderar a los ciudadanos, la Dirección de Democracia Participativa se está proyectando para ser un instrumento para manipular y condicionar la actuación de los izcallenses.
Los verdaderos demócratas, por supuesto, actúan de diferente manera.
La ciudadanía merece algo diferente a lo que ya tenía antes; no otro gobierno que manipula las reglas del juego para favorecer a su grupo político. La democracia participativa no puede ser sólo un discurso vacío; sino un compromiso real.