Columna de OpiniónTinta Suelta / David Nieblas Meza

David Nieblas Meza escribe “Tinta Suelta”, su columna semanal en Punto Medio

  • Daniel Serrano, ahora, se empieza a confrontar con el pueblo; y otros más.

Estamos a unos meses de que el cambio de gobierno municipal se concrete; en el caso específico de Cuautitlán Izcalli, como todos saben, habrá “alternancia” porque llegará, por segunda ocasión, una administración emanada del partido Morena, que por cierto, tiene entre uno de sus postulados, la máxima de que: “con el pueblo todo, y sin el pueblo nada”; o aquella de que: “el pueblo pone, y el pueblo quita”.

Y más de uno, a estas alturas de la llamada 4T, sabrá que cuando un morenista habla del “pueblo”, se está refiriendo a los más desprotegidos; a los más pobres; a quienes se les tiene en el olvido y la invisibilidad.

También, a estas alturas del partido, varios saben y conocen “las áreas de oportunidad” que tiene el alcalde electo de Cuautitlán Izcalli, Daniel Serrano Palacios, que en su historia de vida, tiene varias confrontaciones por su forma de ser y de pensar.

Es un tipo difícil y especial, que nos ha demostrado, que gusta de imponer su voluntad y pensamiento, aunque no siempre, tenga la razón o la “verdad absoluta”, que casi siempre, cree que es la suya.

En las últimas semanas, Daniel Serrano ha protagonizado dos desencuentros más, en el ámbito público. En una reunión de morenistas, con la máxima dirigencia del partido como testigo, se vivió una situación en donde el dos veces senador de la República por el Edomex, Higinio Martínez, lo responsabilizó por un abucheo que le propinaron en su intervención en el evento. Y aunque el alcalde electo se deslindó y hasta exigió una disculpa, el desencuentro ahí está y de todos es sabido la “enemistad” o las diferencias que tiene con el texcocano, que seguro, se la cobrará.

Más recientemente, Daniel Serrano está protagonizando un desencuentro público más, pero ahora con vecinos de Tepojaco, quienes están luchando desde hace años, por que el gobierno los volteé a ver en una de sus múltiples necesidades, como lo es, la movilidad y sus vialidades. En específico, están pidiendo y exigiendo, que se les construya la avenida La Manga, para aliviar y resolver el problema de tráfico que se tiene desde los arcos, hasta los Gringos.

Y miren que los protagonistas, “son pueblo” y “su único pecado”, es que se están organizando para exigir lo que por ley les corresponde; es más, podría decir, que es gente que simpatiza con las causas de la 4T en su mayoría, pero que en esta ocasión, lo que los está uniendo, es una causa común de la necesidad de una vialidad, y no, un asunto de carácter político o ideológico.

Pues bien, parece ser que eso es lo que no le gusta al alcalde electo, quien, en dos ocasiones, de manera pública, ha hecho declaraciones desafortunadas en donde desestima el movimiento de los vecinos, y ha criticado a quienes están encabezando la lucha. Y como ya está siendo su costumbre o su forma de ser, le ha dado por “etiquetar” a la gente, con el ánimo de afectar su imagen o reputación; cosa que creo que es un error. Quizá sea una estrategia política, pero creo que tendrá sus consecuencias, sobre todo, porque como ya lo dije, no la está ejerciendo contra los “neoliberales” o “los de la derecha”, sino contra simpatizantes de sus mismas causas. Miren que compararlos con “Bolsonaro”, habla del tamaño del problema.

Hace 3 o 4 años cuando Serrano apareció en la escena política en Izcalli, se sabía poco de él; y hay que recordarlo, entró con muy malos antecedentes y fueron públicos todos los pleitos que tenía por todos lados y con muchas personas.

Conforme ha pasado el tiempo, se le ha conocido un poco más y ahora se entiende porqué, en el ámbito político está en el lugar en que está; como líder de grupo, hoy está más disminuido que nunca y sólo le queda como bastión, Izcalli.

Muchas de las personas que lo seguían, incluidos alcaldes o exalcaldes, exdiputados o exdiputadas, ahora lo han abandonado y al saber de algunas historias, con sobradas razones. Incluso, el equipo o sus seguidores que los trajeron e incrustaron en Cuautitlán Izcalli, ya tampoco están con él y no han terminado en los mejores términos.

Es buen tiempo para que el alcalde electo, vaya pensando en ajustar su estrategia, porque pronto dejará de ser “dirigente político” para asumir una responsabilidad administrativa, no para un grupo o una secta, sino para toda la comunidad.

Creo que es más que claro, en donde está el problema; por lo que habrá que trabajar en las emociones negativas.

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