David Nieblas Meza escribe “Tinta Suelta”, su columna semanal en Punto Medio
- Ifigenia Martínez: una vida dedicada a la izquierda; vio su sueño cumplido.
La historia de la maestra Ifigenia Martínez es una de esas trayectorias que difícilmente se olvidan, no sólo por su duración, sino por su impacto en el panorama político y social de México. Hoy, al despedir a esta gran mujer de 94 años, recordamos no sólo sus logros como economista, política y académica, sino también su papel como referente de la izquierda mexicana. Su reciente fallecimiento, apenas días después de entregar simbólicamente la banda presidencial a Claudia Sheinbaum, la primera presidenta de México, marca un momento trascendental en la historia del país.
Ifigenia Martínez fue una mujer que siempre se mantuvo fiel a sus convicciones. Desde sus primeros pasos en la política, hasta su participación en el movimiento estudiantil de 1968 y la fundación del PRD, junto a Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, se distinguió por ser una defensora de la justicia social y la igualdad. Su lucha no fue en vano; con su entrega de la banda presidencial a Sheinbaum el pasado 1 de octubre, se concretó uno de los mayores anhelos: ver a una mujer alcanzar la Presidencia de México.
El simbolismo de este momento no puede ser pasado por alto. En medio de problemas de salud, utilizando silla de ruedas y oxígeno, Ifigenia llegó a San Lázaro, lista para cumplir con su papel histórico. A pesar de que su condición física no le permitió leer el discurso completo que había preparado, su presencia y su gesto resonaron con un poder inigualable. Ese día, México no sólo fue testigo del fin de un ciclo de gobierno, sino también del cumplimiento del sueño de una mujer que dedicó su vida a la construcción de una democracia incluyente.
El discurso de Ifigenia, que no pudo pronunciar, estaba cargado de un profundo sentido de unión y esperanza. En él, hacía un llamado a la presidenta Sheinbaum, pero también a todas las fuerzas políticas del país, a no permitir que las diferencias nos dividan, sino a utilizarlas como una fuente de propuestas que construyan un México más justo. Las palabras “necesitamos tender puentes entre todas las fuerzas políticas” representan no sólo una invitación al diálogo, sino también una advertencia: la democracia no puede sostenerse sin la colaboración de todas y todos.
El legado de Ifigenia es amplio y profundo. Fue la primera mexicana en obtener una maestría en Economía por la Universidad de Harvard, la primera mujer en dirigir la Facultad de Economía de la UNAM y una ferviente defensora de la autonomía universitaria. Su vida estuvo dedicada a la academia, a la política y a la lucha por la igualdad de género.
En su papel como embajadora ante la ONU y como cofundadora de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), dejó una huella en el ámbito internacional.
A lo largo de su carrera, Ifigenia Martínez nunca se desvió de sus ideales. En un país donde la política suele estar marcada por la traición y el cambio de bandos, ella siempre se mantuvo firme en su convicción de que la izquierda era el camino hacia una sociedad más justa. Hoy, más que nunca, su ejemplo debe inspirar a las nuevas generaciones de mujeres y hombres que buscan transformar a México.
Ifigenia Martínez no sólo fue una gran mujer de izquierda, fue una mujer de principios y de acción. Deja un legado, una vida dedicada a la justicia, la igualdad y la democracia. Su partida invita a seguir su ejemplo y a no descansar hasta lograr el país que ella soñó: un México libre, igualitario y solidario.