David Nieblas Meza escribe “Tinta Suelta”, su columna semanal en Punto Medio
- Violaciones al Santuario Presa de Guadalupe: ¿Corrupción o incompetencia?.
A escasos días de celebrarse el vigésimo aniversario de la declaratoria del Santuario Presa de Guadalupe como área natural protegida, los vecinos de fraccionamientos cercanos se encuentran en pie de lucha, alzando la voz contra lo que consideran una serie de flagrantes violaciones a las leyes de Desarrollo Urbano y de preservación ambiental. Las denuncias van más allá de la simple indignación; revelan un entramado de negligencia, complicidad y posiblemente corrupción, en detrimento no sólo de la naturaleza, sino también de la seguridad de los propios habitantes.
El 13 de octubre de 2004, se formalizó la protección de esta área, con la promesa de garantizar la conservación del ecosistema y de limitar la urbanización. Sin embargo, hoy se encuentra amenazada por un urbanismo sin control. A pesar de los sellos de clausura que se han colocado en algunas obras, los trabajos siguen como si las leyes fueran meras sugerencias. ¿Dónde están las autoridades que deberían garantizar el cumplimiento de la ley?, es lo que los vecinos se preguntan y con sobrada razón.
Y no es todo, Rocío García, una vecina de Bosques del Lago, Cuautitlán #Izcalli, denuncia que desde hace más de dos años, la administración municipal ha hecho caso omiso a sus reportes sobre la formación de un socavón en la parte alta de Bohemia. Su sorpresa fue mayúscula cuando, en lugar de atender el problema, el gobierno de Karla Fiesco optó por realizar una obra de interconexión de pozos, agravando la situación.
No sólo ignoraron los riesgos que implica el desplazamiento de tierra en una zona inestable, sino que además, depositaron escombros en el área protegida, violando directamente las normativas ambientales.
El caso de un predio en Bolognia es igualmente preocupante. Gabriela Ortiz relata cómo las obras en un terreno que históricamente había servido de desfogue para las aguas pluviales han transformado su hogar en una zona de riesgo.
Deslaves, derrumbes y filtraciones son ahora parte de su vida cotidiana. Y aunque su casa se encuentra justo al lado de una obra con sellos de suspensión, el trabajo no se ha detenido. La pregunta que todos se hacen es: ¿cómo es posible que las obras sigan sin consecuencias? ¿Estamos ante una red de corrupción que permite estas violaciones?
A lo largo de esta serie de denuncias, una constante emerge: la percepción de que las autoridades municipales están más interesadas en beneficiar a intereses privados que en proteger el medio ambiente y salvaguardar la seguridad de los ciudadanos. Las leyes, que deberían servir de barrera contra la urbanización desmedida, son ignoradas a conveniencia. Sellos de suspensión que no se respetan, construcciones en terrenos inestables y la permisividad para que camiones pesados circulen por zonas en riesgo, no son simples deslices administrativos; son síntomas de un sistema fallido, corrompido o, al menos, inepto.
La Presa de Guadalupe fue declarada área natural protegida bajo el precepto de salvaguardar uno de los últimos pulmones verdes. No obstante, el avance de estas obras, muchas de ellas irregulares, pone en evidencia una falta de compromiso por parte de las autoridades.
Los vecinos han dejado claro que la continuidad de estas construcciones, a pesar de las órdenes de suspensión, sólo puede explicarse por la corrupción o la absoluta incompetencia de quienes deberían estar velando por el bienestar público. Veremos en qué para.
