Tinta Suelta / David Nieblas Meza

* Cualidades de un buen político y el papel de los ciudadanos

Justo ahora que están por iniciar los nuevos gobiernos municipales y en donde, en el Estado de México, Morena recuperó muchas de las alcaldías que obtuvo en la elección en donde López Obrador fue electo presidente de México, hay un ánimo de impulsar buenas administraciones; y por así decirlo, tener un “marcaje más personal” sobre quienes llegarán a asumir el poder el primero de enero del 2025.

Quizá por ello, desde el partido Morena y los liderazgos estatales emanados de este instituto, se está impulsando la firma de un “decálogo” de principios con el objetivo de tener buenos gobiernos.

Y a la par de ello, se debería tomar en cuenta un elemento que tiene peso y que es poco promovido, y que tiene que ver, con el papel que deben jugar los ciudadanos para exigir que sus servidores públicos, atiendan sus necesidades porque, al final de cuentas, ellos los eligieron o “contrataron” para que los representaran y administraran sus recursos públicos.       

Ante este escenario, recurrimos a la consulta de lo que dicen los especialistas para distinguir las cualidades de un buen político.

1. Integridad y honestidad: Los políticos deben operar bajo una “ética de la responsabilidad” que implica actuar con integridad y honestidad, conscientes del impacto que sus decisiones tendrán en la sociedad. En tiempos recientes, la transparencia y la ética se han convertido en exigencias públicas debido a los casos de corrupción política.

La corrupción erosiona la confianza social y por ende, los buenos políticos deben evitarla.

2. Responsabilidad y rendición de cuentas: Un buen político debe rendir cuentas de sus acciones y decisiones, aceptando tanto los éxitos como los fracasos. Esta responsabilidad garantiza que se actúe en favor del interés público y no de agendas privadas o partidistas.

3. Empatía y conexión con el ciudadano: Un buen político debe comprender las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos y mostrar sensibilidad ante sus problemas. Un liderazgo empático promueve cohesión social y fomenta políticas más inclusivas y justas, ya que quienes gobiernan actúan desde la comprensión de las realidades sociales.

4. Competencia técnica y conocimiento político: Un buen político debe poseer tanto conocimientos técnicos en la gestión pública como una comprensión de las dinámicas políticas. Un líder competente puede abordar de manera efectiva las complejidades del gobierno moderno, siendo capaz de interpretar adecuadamente los sistemas administrativos y legislativos.

5. Visión y orientación hacia el bien común: Los líderes deben actuar en favor del bien común y no de intereses particulares. Esta visión implica proyectar un futuro en el que las políticas beneficien a la mayoría de la población y se sustenten en principios de justicia y equidad.

Con estos parámetros, los ciudadanos se deben empoderar para exigir y vigilar más a quienes “hemos contratado” para que estén al frente de una administración pública; y al igual que en las empresas, a quien no de resultados, simplemente se le despide. ¿No lo creen?

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