“El pueblo se cansa de tanta tranza”, mentiras y olvido; tonto es aquel…
Hay frases que, con el paso del tiempo, terminan por volverse un “boomerang” político. Y una de ellas, dicha en su momento por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, retumba hoy con fuerza en Cuautitlán Izcalli: “Tonto es aquel que piensa, que el pueblo es tonto.”
Y sí, pareciera que el alcalde Daniel Serrano Palacios la adoptó, pero no para reflexionarla, sino para vivirla en carne propia. Porque hoy, muchos ciudadanos izcallenses comienzan a despertar y a reclamarle a su gobierno lo que no ha sabido dar: resultados.
Cada semana crecen las voces de inconformidad, las protestas, las manifestaciones y los reclamos públicos contra lo que los vecinos ya catalogan como un mal gobierno. Y no lo dicen los adversarios políticos, lo dicen las calles, lo dicen los baches, lo dicen los parques en abandono, lo gritan los colonos que viven sin agua o los que caminan con miedo por la inseguridad. Y peor aún, lo dicen los propios morenistas, correligionarios de partido del hoy alcalde.
Hay una preocupación genuina de morenistas porque Daniel Serrano “está manchando la marca” (Morena); el discurso de la “transformación” ya no alcanza para tapar la realidad de su incapacidad: un municipio que se desmorona en servicios, obras mal hechas, en confianza y en credibilidad.
El colmo del cinismo político se da, cuando en lugar de asumir su responsabilidad, el presidente municipal opta por denostar, insultar o desacreditar a quienes piensan distinto; no importa que sean vecinos con legítimos derechos y reclamos. Su soberbia se ha vuelto su escudo y su altanería, su peor enemigo. Porque mientras presume logros inflados, la ciudadanía observa una gestión plagada de omisiones, de simulación y de mentiras; de “puras fotos pa´l face”.
En materia de seguridad, el engaño ya fue documentado. Apenas hace unos días, este mismo semanario, Punto Medio, reveló cómo el alcalde manipula las cifras delictivas para sostener su narrativa de que “bajaron los índices un 14%”. La verdad, sin maquillaje, es otra: los datos del propio Sistema Nacional de Seguridad Pública muestran un incremento en delitos que el alcalde prefiere ocultar, como el robo a negocio, el robo a transportistas, las violaciones simples y equiparadas, e incluso feminicidios que no se mencionan en sus informes, entre otros.
Pero más allá de las estadísticas está el sentir ciudadano. Esta semana, los vecinos de Atlamica dieron una muestra de lo que realmente piensa la gente: el gobierno municipal les llevó un “show oaxaqueño”, con música y baile, creyendo que así aplacarían su inconformidad ante el olvido.
La respuesta fue contundente: no queremos shows, queremos servicios. Y esa frase resume el hartazgo de un pueblo que ya no se conforma con promesas, ni con espectáculos, ni con discursos vacíos.
Cuautitlán Izcalli no necesita espectáculos ni propaganda. Necesita gobierno. Necesita humildad, eficacia y sensibilidad. Pero cuando la soberbia se impone sobre la razón, el poder se convierte en burla y el político, en caricatura.
Hoy, la frase que retumba pero en su contra, es la que Daniel Serrano quiso parafrasear en el Cabildo. “Tonto es él, que piensa que el pueblo es tonto”. Y en efecto, el pueblo le está recordando con su voz y su coraje, que “el pueblo se cansa de tanta pinche tranza, mentiras y olvido”.