* El Primer Informe que lo desnudó todo, por desgracia.
El Primer Informe de Gobierno de Daniel Serrano Palacios estaba pensado, creo yo, para ser una postal impecable; escenario controlado, “discurso pulido”, aplausos a tiempo e invitados alineados. Pero la realidad, como casi siempre, irrumpió sin pedir permiso. Y cuando la realidad llega, no hay producción fantasiosa que aguante.
Mientras el alcalde presumía logros, a unos metros el padre de Jeshua, un joven izcallense desaparecido, recibía gas lacrimógeno y empujones por parte de la policía. La familia, que lleva semanas pidiendo lo mismo que muchas otras: ser escuchada, atendida y ser tratada con dignidad, se topó con una muralla que no estaba en el guión del evento.
La imagen y el mensaje fue contundente y claro: un gobierno que habla de cercanía social mientras reprime a quienes buscan a su hijo. No se necesita más metáfora.
Daniel Serrano dijo que su administración ha tenido comunicación con la familia, que jamás se han negado a atenderlos, que todo es parte de una narrativa “malintencionada”. Lo dijo con tal seguridad, como si el gas, los gritos y la fuerza pública del viernes, fueran efectos especiales producidos por algún enemigo político.
Pero la comunidad vio algo distinto: un gobierno ansioso por silenciar cualquier ruido que rompa la armonía del evento. Como si el dolor de una familia fuese una amenaza, no una responsabilidad.
Lo que pasó alrededor del Informe dejó al descubierto el contraste que muchos ciudadanos resienten: un gobierno que habla de paz, pero actúa con confrontación; un gobierno que dice escuchar, pero sólo cuando le conviene; un gobierno que exige orden, pero que no puede ordenar ni su propio escenario sin usar la fuerza.
Y más grave aún: un gobierno que parece empeñado en convertir la exigencia de justicia en una molestia. Como si la desaparición de un joven fuese un asunto menor que debe resolverse en silencio para no arruinar la foto oficial.
La pregunta, en este punto, es obligada: ¿cómo puede un municipio aspirar a la confianza ciudadana si la respuesta a la desesperación de una familia es gas lacrimógeno y golpes? ¿Con qué calidad moral se exige unidad cuando la primera reacción ante el dolor es el desalojo?.
El caso Jeshua no es una anécdota; es un espejo. Y el Informe de Daniel Serrano lo reflejó con una claridad incómoda: hay un abismo entre lo que se dice desde el templete y lo que ocurre en las calles.
Lo que se esperaba del Informe no era mucho y nada que no hayamos escuchado antes; cifras infladas, verdades a medias y palabras cargadas de vanagloria. Lo que no esperábamos, es que con las acciones, se desnudara el verdadero rostro de un gobierno sectario que actúa a conveniencia de un grupo y que sólo persigue sus intereses, no los del desarrollo colectivo de Cuautitlán Izcalli.
La postal que compartió el vecino de Lomas de Cuautitlán, Tonatiuh Hurtado, a quien no lo dejaron pasar al Informe de Gobierno porque no tenía invitación, a pesar de ser un evento realizado con recursos públicos y en una plaza pública, los pinta de cuerpo entero.
Y de eso la gente ya se dio cuenta, no por nada, en la última encuesta del INEGI, el 92 por ciento de la población, reprobó a su gobierno en efectividad.
