Tinta Suelta / David Nieblas Meza

* “Calles de papel”, y eso que están nuevas; ya tienen baches

Es una lástima, pero hay que decirlo. En Cuautitlán Izcalli las calles están hablando, y lo hacen, con baches, hundimientos y pavimento que se desmorona apenas a los días de haberse inaugurado. El gobierno que encabeza Daniel Serrano Palacios ha presumido el arranque de obras en el ánimo de hacer creer que hay trabajo, pero la realidad, es que cada vez más vecinos se preguntan si estas intervenciones sirven para algo más que para la foto del alcalde.

La muestra más reciente está en la avenida de los Arcos, en San Francisco Tepojaco, justo en los límites con Lago de Guadalupe. Una obra que, en teoría, debía ser prioritaria porque es la única salida de la comunidad hacia el centro de la ciudad.

Sin embargo, esta semana los trabajos fueron detenidos, y lo poco que alcanzó a pavimentarse ya presenta hundimientos y deterioro. No hay que ser ingeniero civil para entender que eso habla de una ejecución deficiente y de una planeación más que cuestionable.

El enojo de los vecinos es evidente y no es para menos: llevan años exigiendo que se haga la avenida La Manga y como “paliativo”, se propuso esta vialidad; y cuando al fin se les concede este proyecto alterno, reciben un trabajo mal hecho, como si la administración municipal creyera que los ciudadanos no tienen memoria ni ojos para ver el desastre que hay y que se está haciendo.

Pero la lista de fracasos no termina ahí. La avenida Primero de Mayo, en pleno Centro Urbano, fue intervenida con bombo y platillo, y a escasos días de haberse colocado el asfalto aparecieron baches que han tenido que taparse hasta en tres ocasiones, si es que no hemos perdido la cuenta. ¿Qué clase de obra es esa? ¿Una burla o un ensayo? Porque lo que sí queda claro es que el dinero público se fue en trabajos de pésima calidad.

Otro caso es la avenida La Quebrada, en la colonia del mismo nombre. El pavimento recién colocado ya muestra levantamientos y daños. Resulta irónico recordar que el propio Daniel Serrano, cuando era opositor, señalaba con dedo acusador a sus antecesores por obras de “chocolate”. Hoy, con la autoridad en sus manos, parece repetir exactamente aquello que tanto criticó.

El problema no es menor. Las obras públicas no pueden convertirse en ejercicios de propaganda temporal ni en negocios inflados para unos cuantos contratistas. Lo que está en juego es la movilidad, la seguridad y la confianza de los ciudadanos en su gobierno. Si las calles recién arregladas se desmoronan, ¿qué podemos esperar de las demás promesas?.

Es momento de exigir cuentas claras. Los contratos, los materiales, las supervisiones y las empresas responsables deben revisarse con lupa. La ciudadanía merece pavimentos que duren años, no semanas; soluciones que respondan a décadas de abandono, no parches improvisados para tapar la incompetencia de un personaje que prometió mucho, y que a la hora de la verdad, está mostrando incapacidad e incompetencia para el cargo.

Cuautitlán Izcalli necesita obras serias, no ocurrencias de corto plazo. Y necesita, sobre todo, autoridades que entiendan que gobernar no es posar para la foto, sino entregar resultados palpables.

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