Tinta Suelta / David Nieblas Meza

* Que Daniel Serrano salió peor que Ricardo Núñez Ayala

A nueve meses de haber asumido la presidencia municipal de Cuautitlán Izcalli, Daniel Serrano enfrenta un creciente descrédito que no es menor. Incluso, son varias las voces que aseguran que su gestión ha sido más deficiente que la de su antecesor morenista Ricardo Núñez Ayala; una afirmación que, de tan contundente, merece un análisis detenido.

El décimo mes de su gobierno inicia con un saldo poco alentador. Muchas de las promesas de campaña que vendían eficiencia, profesionalismo y cercanía con la ciudadanía permanecen sin materializarse. Entre los compromisos incumplidos destacan los servicios públicos básicos, que aún muestran deficiencias graves y persistentes; y la ejecución de obras públicas que dejan mucho que desear en términos de planeación y calidad.

Y hay casos muy visibles: avenidas recién pavimentadas, como el tramo de la Primero de Mayo, un tramo de La Quebrada, o la avenida de Los Arcos en Tepojaco, comenzaron a presentar baches y desperfectos apenas días después de ser intervenidas. La excusa oficial de que “los baches son heredados” resulta insuficiente y hasta contradictoria ante la evidencia, ya que incluso las obras nuevas se deterioran rápidamente. Este patrón no sólo mina la credibilidad del gobierno municipal, sino que evidencia una gestión improvisada y poco rigurosa.

Comparativamente, la administración de Ricardo Núñez Ayala, a pesar de ser criticada por su inexperiencia e inocencia, logró resultados en cantidad y calidad de obra pública que, hasta ahora, no se comparan con las realizadas por Serrano Palacios. Paradójicamente, Núñez Ayala enfrentó mayor oposición interna por parte del propio grupo que hoy lidera Serrano Palacios, lo que hace aún más notorio el retroceso que registra la gestión actual.

El descontento ciudadano no se limita a la crítica por obras deficientes. El gobierno de Daniel Serrano ha mostrado un marcado despotismo en su relación con la población, ignorando demandas básicas y generando un escenario de protesta constante. Esta semana se registró un récord de manifestaciones: los habitantes de San Mateo bloquearon varios días la carretera Cuautitlán-Teoloyucan debido a la falta de agua potable. El pozo que surte a esta comunidad permaneció descompuesto durante semanas, y la ausencia de respuestas efectivas por parte de las autoridades evidenció la desconexión del gobierno con la ciudadanía.

La situación pone en relieve un patrón de promesas de campaña no cumplidas, obras mal planeadas y ejecutadas, y una constante indiferencia hacia las necesidades de los habitantes; y qué decir de la promesa de mejorar la seguridad, en donde la mentira y el maquillaje de cifras, contrastan con el clamor ciudadano.

Daniel Serrano se presentó como “un profesional” en el servicio público, casi un Mesías, pero la realidad de estos nueve meses muestra un gobierno que, hasta ahora, se aleja de ese perfil; ha resultado un fiasco.

Si algo queda claro es que la paciencia de la población se agota. Las protestas en las calles reflejan un hartazgo acumulado, y la creciente percepción de incapacidad amenaza con consolidar un mal recuerdo histórico de esta administración. Las voces que comentan que “este cuate salió peor que Ricardo Núñez”, cada vez son mayores y generalizadas.

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