Tinta Suelta / David Nieblas Meza

* Daniel Serrano, la mentira como eje de su política; que lamentable

En política, mentir no es nuevo. Lo novedoso es la desfachatez con que algunos gobernantes se atreven a distorsionar la realidad aun cuando los datos oficiales los contradicen. Un ejemplo de ello, es el presidente municipal de Cuautitlán Izcalli, Daniel Serrano Palacios, quien en su conferencia de prensa más reciente, aseguró que los delitos de alto impacto disminuyeron un 14% en los primeros ocho meses de su gestión.

Sin duda, es un dato alentador, si fuera verdad. El problema, es que no lo es; resultó ser una vil mentira premeditada.

Un análisis serio de los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública revela lo contrario. El supuesto 14% de disminución no corresponde a la totalidad de delitos, sino a una selección cuidadosa y vilmente manipulada. Daniel Serrano presentó únicamente once delitos con tendencia a la baja, omitiendo otros que no sólo son relevantes, sino que resultan particularmente dolorosos para la sociedad izcallense.

Su estrategia parece clara: mostrar una parte mínima de la fotografía para fabricar un relato de supuesto éxito, aunque el resto de la imagen, grite exactamente lo opuesto.

La lista de delitos ignorados por el alcalde es reveladora. El robo a transportistas creció un 54.5%, pasando de 156 denuncias en 2024 a 241 en 2025. El robo a negocios subió un 11.6%, con 605 casos frente a 542 del año pasado.

En el terreno más sensible, el de la violencia de género, los datos son aún más graves: los feminicidios, inexistentes en el mismo periodo de 2024, suman ya dos casos en 2025. La violencia de género en todas sus modalidades distintas a la violencia familiar se disparó un 36.8%, al pasar de 76 a 104 casos. La violación, simple y equiparada, también aumentó: 10.4% más denuncias que el año anterior.

Y en lo que concierne al narcomenudeo, el aumento es francamente alarmante: de 42 casos en 2024 a 109 en 2025, lo que equivale a un 160% de incremento.

Si hablamos del total de delitos registrados en Izcalli, tampoco hay lugar para festejos: de enero a agosto de 2024 hubo 10,047 denuncias; en el mismo periodo de 2025, la cifra ascendió a 10,330, un incremento del 2.8%.

Ante estos datos, queda claro que el discurso de Daniel Serrano no sólo es incompleto, sino que fue deliberadamente engañoso. Difundir una disminución del 14% en delitos de alto impacto, ocultando los que más crecen y más afectan a la sociedad, constituye un acto antiético de manipulación informativa que raya en la mentira institucionalizada.

El fenómeno tiene un nombre: “fake news” (noticias falsas). Y en este caso, oficiales fabricadas desde el poder.

La gravedad de esta práctica va más allá de la estadística. Mentir sobre la seguridad pública es mentirle a las familias que han sufrido un robo, una agresión o una pérdida irreparable. Es negarles a los ciudadanos su derecho a saber la verdad sobre la situación en la que viven. Y es, además, perpetuar una cultura política donde la narrativa se coloca por encima de la realidad, aunque ésta sea dolorosa.

Cuando un gobernante miente de manera reiterada y sistemática, no sólo erosiona la confianza en su propia figura, que en este caso, ya está por los suelos y muy desgastada; sino también, afecta a las instituciones que debería representar con dignidad. Muy mal por el alcalde.

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