Punto Medio

Tuvo gobierno de Izcalli un Primer Informe marcado por caso Jeshua

* Hubo represión policiaca contra familiares; al papá le rociaron gas lacrimógeno

El Primer Informe de Gobierno de Daniel Serrano Palacios estuvo lejos de ser un ejercicio festivo, de transparencia y cercanía ciudadana. En su lugar, dejó dos postales que muestran el contraste entre el discurso oficial y la realidad que enfrenta el municipio.

Por un lado, el uso de la fuerza pública y gas lacrimógeno contra manifestantes; por el otro, un evento masivo apoyado en estructuras de acarreo, filtros de seguridad y aplausos controlados.

Parque de las Esculturas, 11:00 horas.

El día comenzó con tensión. En el Parque de las Esculturas se realizó el primer acto del Informe en sesión de Cabildo solemne; en un espacio reducido al que sólo ingresaron invitados del Ayuntamiento.

Afuera, familiares, amigos y vecinos exigían justicia por la desaparición de Jeshua Cisneros Lechuga, de 18 años, un caso que ha despertado indignación en la población.

Minutos antes de que iniciara el evento, un grupo de manifestantes intentó acercarse a la entrada para exigir que el presidente municipal los escuchara; querían entrar al acto de Informe, pero en respuesta, se toparon con la negativa resguardada por policías armados.

No quedó más, que la consigna; y más tarde, en un intento por entrar al recinto, saltando la valla, apareció la agresión de los policías; le rociaron gas lacrimógeno al padre de Jeshua y se tensó y recrudeció la protesta.

La escena se viralizó en redes sociales y marcó el tono del resto de la jornada: un gobierno que, pese a autodefinirse humanista y progresista, recurrió a la fuerza para evitar que las protestas cruzaran el cerco del acto oficial.

A pesar de lo que pasaba afuera, el presidente municipal continuó con su discurso sin mencionar lo ocurrido ni referirse al caso Jeshua.

Explanada Municipal, 17:00 horas.

Para la tarde se preparó la versión “abierta” del informe. Sin embargo, la apertura fue sólo en el papel. No hubo invitación pública en redes sociales ni convocatoria oficial a la ciudadanía.

En su lugar, desde horas antes arribaron grupos de personas “movilizadas” por “líderes” locales que portaban listas de asistencia, evidenciando un operativo de acarreo de gran escala, al viejo estilo PRI que tanto criticaba el hoy alcalde Daniel Serrano.

En la explanada se colocó una carpa de gran tamaño y, alrededor, un cerco de seguridad con vallas, policías y arcos detectores en al menos dos accesos. Los vecinos que acudieron por su cuenta —incluidos quienes pedían justicia por Jeshua— fueron bloqueados. Ninguno de ellos pudo ingresar, “porque no traían invitación”.

Dentro, el ambiente contrastaba: matracas, tambores, porras falsas y un flujo constante de instrucciones para llenar los espacios vacíos. Mientras tanto, fuera del enlonado, los manifestantes elevaban consignas con megáfono y exigían respuestas.

Cuando el alcalde inició su mensaje, los reclamos se intensificaron. En dos ocasiones, los inconformes intentaron cruzar el arco de seguridad para acercarse al escenario, pero fueron repelidos por elementos municipales.

Quedaron testimonios de agresiones y empujones, mientras simpatizantes del alcalde confrontaban a los manifestantes con gritos y matracas para intentar opacar y callar sus consignas.

El presidente, sonriente y sin mostrar reacción ante la tensión del exterior, presentó supuestos avances en seguridad pública, destacando la instalación de cámaras y sistemas de vigilancia.

El contraste fue evidente y parecía burla; afuera seguía la protesta por un joven desaparecido, y adentro, se presumían logros que no han logrado disminuir la sensación de inseguridad en la población.

Conforme el discurso se extendía, parte del público comenzó a retirarse. Algunos comentaban que sólo habían acudido “porque los trajeron” o porque debían pasar lista. El acto concluyó con la explosión de serpentinas doradas, en un intento por vestir el informe de celebración; pero desnudó un liderazgo de papel.

Jornada que dejó ver las fisuras.

Los dos eventos del día evidenciaron lo mismo: un gobierno que recurre al control y la fuerza ante el reclamo ciudadano, y un líder que se mueve con comodidad en escenarios donde recibe aplausos, aunque estos provengan de estructuras movilizadas y no de respaldo genuino.

Mientras se intentaba proyectar una imagen de orden y apoyo popular, la ausencia de Jeshua Cisneros Lechuga seguía presente en cada esquina de la explanada y en cada grito reprimido. La indignación social y el uso del gas lacrimógeno marcaron un Informe que, lejos de fortalecer la percepción del gobierno municipal, la debilitó aún más y lo pinta de cuerpo completo.

En la jornada se hicieron fuertes reclamos y acusaciones, y ante la postura del gobierno y su policía, quedaba en el ambiente un amargo sabor de boca: la del posible “encubrimiento”. Sobre todo, por la noticia de que la cámara de videovigilancia que pudiera ser clave para saber qué pasó con Jeshua, no estaba en funcionamiento.

Las lonas impresas portadas en la protesta lo resumían todo, al menos, en la visión de los familiares y amigos de Jeshua. “Fue la policía de Daniel Serrano y los está encubriendo”.

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