Tinta Suelta / David Nieblas Meza

* Se equivoca el alcalde de Izcalli y deja entrever “su gran ignorancia”

David Nieblas Meza escribe “Tinta Suelta”, su columna semanal en Punto Medio

En política, hay algo peor que mentir y cometer errores: negarlos, ocultarlos, justificarlos y, peor aún, culpar a otros por ellos. Para sorpresa de algunos, eso es justamente lo que ha venido haciendo el alcalde de Cuautitlán Izcalli, Daniel Serrano, quien cada vez que se enfrenta a una crítica o a una publicación incómoda, responde como lo hacen los “políticos de poca monta”: victimizándose y señalando a los medios de comunicación como responsables de una supuesta campaña de desprestigio. Recuerden sus propias palabras: “él está acostumbrado a la calumnia”.

En su afán por culpar a la prensa de algunas cosas, Daniel Serrano deja en evidencia su absoluto desconocimiento de la historia reciente de Izcalli y de la lucha que, desde hace años, varios medios han dado precisamente para exhibir las problemáticas del municipio.

Resulta grotesco que el alcalde acuse a los medios de “callar” ante los problemas de Izcalli, cuando son esos mismos medios, los que han dedicado planas completas, reportajes de fondo e incluso primeras planas, para evidenciar temas como los laudos millonarios que el gobierno municipal ha pagado y dejado crecer irresponsablemente. Si Daniel Serrano no lo sabe, es porque su falta de arraigo en Izcalli lo ha mantenido ajeno a esa historia. No lo culpo, pero como no es de aquí, no conoce el territorio; y por eso, habla desde la ignorancia y la comodidad de su burbuja política.

Lo más grave es que esta postura no es sólo una muestra de cinismo e ignorancia; es también una violación abierta al Bando Municipal de Cuautitlán Izcalli 2025, que en su Título Sexto establece claramente la obligación de las autoridades municipales de respetar, proteger y promover la libertad de expresión y el libre ejercicio periodístico. El Artículo 42 es clarísimo al señalar que las autoridades deben adoptar un discurso público que prevenga la violencia contra periodistas, y que deben abstenerse de cualquier forma de hostigamiento, intimidación, persecución, censura o represión hacia quienes ejercen el periodismo y la libertad de expresión.

Cada vez que Daniel Serrano lanza un ataque o una descalificación contra los medios, no sólo está mostrando su frustración e intolerancia, sino que está violando su propia ley municipal. Y esto no es menor, porque significa que el alcalde de Izcalli no sólo gobierna mal, sino que gobierna fuera del marco legal que él mismo está obligado a respetar. Un presidente municipal que desconoce la historia, que desprecia a los medios, y que además viola su propio Bando Municipal, es un alcalde que está en guerra abierta contra la verdad y contra la libertad de expresión, siempre que estas no le convengan. Típico de los “políticos de poca monta; de los políticos del montón”.

Lo más irónico de este caso es que, mientras Daniel Serrano cuestiona el profesionalismo de periodistas, él no muestra el más mínimo profesionalismo como funcionario público. Sigue operando como un “porro dirigente partidista”, pensando que el poder es una extensión de sus viejas prácticas de grilla interna. Pero gobernar no es repartir culpas ni fabricar enemigos; gobernar es resolver problemas, enfrentar la crítica con argumentos y entender que los medios, no están para aplaudirle.

El alcalde se está equivocando, y yo también, porque por un momento pensé, que de verdad era inteligente.

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