David Nieblas Meza escribe “Tinta Suelta”, su columna semanal en Punto Medio
- Urge asumir una responsabilidad compartida para evitar inundaciones.
Dice el dicho y dice bien, que “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, echa las tuyas a remojar”. La temporada de lluvias, que cada año afecta diversas regiones del país, pone en evidencia una problemática recurrente: las cada vez más usuales inundaciones.
Este fenómeno no sólo es producto de la naturaleza, sino también del resultado de acciones o inacciones, tanto del gobierno como de la sociedad.
Un caso que ha causado indignación y frustración, es lo ocurrido en Chalco; ya son semanas en las que miles de personas, están viviendo con aguas negras dentro de sus casas; y esto, se debió al colapso de su sistema de drenaje al que se le formó un gran tapón de basura, que literal, lo puso en “jaque”.
En Cuautitlán #Izcalli, hay zonas de alto riesgo como la Presa del Ángulo, y otras más, sin embargo, en esta zona, la situación se torna cada vez más crítica, evidenciando la necesidad de una responsabilidad compartida para evitar desastres mayores.
Ante la presencia de una lluvia fuerte, más de uno, empieza a rezar para que el vaso regulador no se colapse y no se desborde; hasta cuando va a aguantar, no se sabe, pero ojalá, que los gobiernos ya le pongan un reflector mayor y hagan algo de fondo para resolver el problema, antes, de que una desgracia mayor se registre.
El gobierno tiene la obligación fundamental de mantener en óptimas condiciones la infraestructura de drenaje y los sistemas de alcantarillado. Esto implica no sólo la construcción de obras de calidad, sino también su mantenimiento constante, especialmente en zonas identificadas como de alto riesgo.
En Cuautitlán Izcalli, la Presa del Ángulo es un ejemplo claro de un punto crítico que requiere atención constante. Si el sistema de drenaje no está preparado para manejar grandes volúmenes de agua, se incrementa la probabilidad de desbordamientos y colapsos, lo que pone en riesgo a la población; es triste ver que con cada lluvia, por pequeña que sea, llegan toneladas de basura y comprometen sus sistemas.
Ante esto, hay que decirlo, la responsabilidad no recae únicamente en las autoridades; la sociedad tiene un rol igualmente importante: cuidar la infraestructura y evitar prácticas que agraven la situación, como tirar basura en las calles y coladeras.
En los últimos meses, hemos sido testigos de cómo los drenajes se colapsan por la acumulación de residuos en las alcantarillas, lo que impide el flujo adecuado del agua y provoca inundaciones que podrían haberse evitado.
Es fácil señalar al gobierno cuando ocurren estos desastres, pero es igualmente necesario reflexionar sobre nuestra propia conducta. Cada bolsa de basura, botella de plástico o colilla de cigarro que termina en una coladera es un acto que contribuye a la problemática. En este sentido, la educación y la concientización son herramientas clave para cambiar hábitos y fomentar una cultura de responsabilidad compartida.
En conclusión, podemos decir que la lucha contra las inundaciones en Izcalli y en cualquier otra región del país requiere un esfuerzo conjunto. La temporada de lluvias no puede ser sinónimo de caos y destrucción; y esto se podrá mitigar, si cada uno asume la parte de responsabilidad que le corresponde. Solo así, a través de la acción coordinada, podremos reducir los riesgos y asegurar un entorno más seguro para todos.