Daniel Serrano y la transparencia olvidada: “una mancha más al tigre”
Cuando Daniel Serrano Palacios era candidato a la presidencia municipal de Cuautitlán Izcalli, su discurso parecía claro y, para muchos, “esperanzador”: “Todo lo público, debe ser cada vez más público”. Enarbolaba la bandera de la transparencia con una convicción que buscaba diferenciarlo del pasado.
Hoy, a 5 meses de haber asumido el cargo, ese principio parece haber sido archivado en el rincón del olvido, junto con otras promesas que lo llevaron al poder.
El ejemplo más reciente, es el grotesco intento por ocultar el gasto millonario del festejo del Día de Reyes. Una ciudadana izcallense solicitó vía portal de Transparencia, el desglose de dicho gasto. A cambio, recibió una auténtica burla: un archivo escaneado en pésima calidad, ilegible a todas luces, con el que el gobierno municipal que encabeza Daniel Serrano, pretendió “cumplir su obligación de informar” a la ciudadanía.
¿Eso es rendición de cuentas? ¿Ese es el rostro de la transformación prometida?, para muchos, incluidos varios morenistas izcallenses, no.
Gracias a herramientas digitales que permitieron mejorar mínimamente el documento, se logró identificar que el evento costó más de 2 millones 195 mil pesos. Un gasto que podría considerarse por los seguidores de la 4T como descomunal, y que para colmo, se hizo a través de un proveedor foráneo del estado de Puebla, mediante una “asignación directa”. Es decir, ni siquiera se procuró reactivar la economía local, ni beneficiar a proveedores izcallenses.
Pero este no es el único signo de opacidad que marca la gestión del alcalde Daniel Serrano Palacios. Basta con revisar el portal de Transparencia del propio Ayuntamiento para confirmar que hay una omisión sistemática y preocupante de información. Por ejemplo, en el apartado correspondiente a los contratos celebrados por el gobierno municipal, durante todo el primer trimestre del año, no se ha hecho público ni uno solo. Un incumplimiento que impide a la ciudadanía conocer a quién se están asignando los recursos y bajo qué condiciones.
Además, en múltiples solicitudes relacionadas con el manejo del erario, las respuestas del gobierno son evasivas o simplemente no llegan a tiempo. Se posponen con argumentos burocráticos y se entregan respuestas genéricas, cuando no, deliberadamente incompletas.
Estamos ante una cadena de actos que raya en la negligencia y el desprecio por la ciudadanía. Pero más preocupante aún: estamos ante un patrón de opacidad deliberada. Porque este caso no es aislado. La administración de Daniel Serrano acumula varios episodios en los que la rendición de cuentas se esquiva, se manipula o se ignora por completo.
¿Qué esconde el alcalde? ¿Por qué, un gobierno que se dice diferente, actúa con los mismos vicios del pasado que tanto criticó? La estrategia es vieja y conocida: disfrazar el incumplimiento con tecnicismos, con documentos manipulados, con respuestas a medias. Pero hoy, con una ciudadanía más informada, más crítica y más vigilante, estos trucos resultan ofensivos. Lo que antes podía pasar desapercibido, hoy se convierte en evidencia de un gobierno que prefiere el silencio antes que el escrutinio público.