Tinta Suelta / David Nieblas Meza

* 52 Aniversario de Izcalli: ¿Dónde quedó la fraternidad?

La conmemoración del Aniversario 52 de la Fundación de Cuautitlán Izcalli, un día que por tradición debería ser un crisol de unidad, fraternidad y orgullo compartido, se vio lamentablemente desvirtuada por el tono y el contenido de algunos discursos emitidos, sobre todo, de la síndica María del Carmen Barboza Flores y, de manera particular, el del presidente municipal, Daniel Serrano Palacios.

Resulta paradójico, por decir lo menos, que en un evento diseñado para celebrar la identidad y el progreso colectivo, se opte por una retórica que polariza y estigmatiza.

Fue el discurso del alcalde Daniel Serrano el que elevó la preocupación a un nuevo nivel. Tras una breve mención a “molestias genuinas” por acciones de su gobierno, el edil no dudó en señalar la existencia de “embozados insidiosos que propician sordos rumores, o mejor dicho, vituperios”. La elección de estos términos no sólo intenta descalificar a los críticos, sino que los deshumaniza, presentándolos como agentes ocultos y maliciosos que operan contra el “bien mayor” del municipio. Se construye así la figura de un “enemigo” abstracto, digno de desconfianza.

Lo más alarmante, sin embargo, fue la invocación de una frase de Lázaro Cárdenas: “Para reedificar es necesario destruir lo antiguo, atacar por todas partes la codicia. No hay que temer la enemistad de los despojados, porque además de que son muy pocos comparados con el crecido número de los que han de resultar beneficiados, ya sabemos por experiencia que cuando caigan en desgracia, todos les decretarán su desprecio”. Esta cita, utilizada en este contexto, no es una mera referencia histórica; es una declaración que incita al desprecio social y a la deshumanización del adversario político. Al calificar a los opositores como “despojados”, al minimizar su existencia por ser “pocos”, y al predecir que “cuando caigan en desgracia, todos les decretarán su desprecio”, el alcalde no sólo deslegitima la crítica, sino que promueve activamente la aversión y el rechazo hacia quienes no comulgan con su visión.

Este tipo de mensaje es profundamente dañino para la cohesión social, al sugerir que la “caída” del disidente es inminente y que el “desprecio” es la respuesta correcta.

Cabe preguntarse qué cara habrán puesto los integrantes del Consejo de Paz de Cuautitlán Izcalli, un organismo que agrupa a representantes de diversas iglesias asentadas en el municipio, y cuya misión primordial es precisamente la promoción del diálogo, la unidad y la fraternidad.

La presencia del obispo de la diócesis de Cuautitlán Izcalli, Francisco González, en un evento donde se escucharon tales arengas, debió ser un momento de profunda reflexión sobre la incongruencia entre los mensajes. Sin duda, un error político significativo por parte del alcalde Daniel Serrano Palacios, que no midió el impacto de sus palabras en un público tan diverso y en una ocasión de celebración.

Esta fecha conmemorativa, más allá de los festejos, dejó entrever la verdadera cara de un gobierno que, a seis meses de haber iniciado, no sólo no ha logrado resolver las principales problemáticas del municipio (como la escasez de agua, la infraestructura urbana o la seguridad), sino que se ha enfrascado en confrontaciones con varios sectores de la sociedad, incluidos, paradójicamente, sus propios compañeros de partido.

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